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viernes, 18 de marzo de 2011
LA CREACIÓN GIME
“Sabemos que hasta ahora la creación sufre y se queja como una mujer con dolores de parto” (Romanos 8:22).
Nunca este texto de Romanos ha tenido tanta vigencia como en estos días cuando comenzamos a percibir las dramáticas consecuencias de nuestra participación irresponsable y egoísta sobre el mundo natural del cual formamos parte.
La quema de combustibles fósiles, la contaminación química de aire, tierra, ríos y mares, el uso de materiales sintéticos no degradables que se acumulan en basurales interminables a lo largo del globo, los venenos esparcidos sobre plantas y poblaciones, todos son gritos de dolor que claman sendas de justicia.
En medio de este estado de dolor y expoliación, y justamente a causa de ello, es que los cristianos debemos encontrar los caminos para anticipar la redención final de la creación.
Es muy interesante que desde Isaías, pasando por San Francisco de Asís y Juan Wesley la acción a favor de la naturaleza debe llevarnos a su recreación, así como la naturaleza hoy gime, también será recreada dice el profeta (Isaías 11: 6-7). Influenciado por esta afirmación de Isaías, Wesley escribió: “En la naturaleza inanimada, aquellas cosas que producen daño dejarán de existir. En el firmamento no habrá estrellas que exploten ni cometas peligrosos que pasen cerca. En la región de la atmósfera o los cielos bajos, no habrá más huracanes ni tormentas Todos los elementos tendrán nuevas cualidades y el fuego ya no será fuente destructiva. La lluvia cesará pero en la tierra las aguas serán puras y el mar regresará a su cauces originales. Ni el calor ni el frío extremo esistirán, ni habrá más terremotos. En la naturaleza animada, esta liberación incluye a todas las criaturas. Ellas estarán tamibén libres de la muerte. Todos los animales vivirán en paz los unos con los otros y la crueldad de los seres humanos contra ellos desaparecerá.”
Estas visiones que pueden arrancarnos una sonrisa por lo idílicas, en realidad se hallan en el centro de la esperanza cristiana. El mundo-jarín soñado por Dios, volverá a ser restituido, pero existe una diferencia respecto del primer sueño y la primera creación. Aquella fue una creación que Dios hizo de la nada, en cambio ahora, en la re-creación del sueño de Dios, los humanos tamibén tenemos parte.
Así como a causa de la caída hemos contriído para transformar el mundo de Dios en una realidad doliente e injusta, tamibén en Cristo tenemos ahora la posibilidad de solidarizarnos en su reconstrucción, somos co-creadores en la re-creación.
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